22-23-24/03/2011 Viaje de regreso a Kathmandu en autobus y visita turística al valle sagrado.


          Nos despedimos del personal del hotel Himalayan View a quien estuvimos muy agradecidos por el trato dispensado y la limpieza general de sus aposentos.

Casi 8 horas de viaje invertimos por una cogestionada carretera entre las 2 principales ciudades de Nepal. Adelantamientos salvajes en curvas, cambios de rasante nos hacían cerrar los ojos, pero al parecer un sexto sentido acompañaba siempre al conductor que nos condujo hasta nuestro destino no sin quedarnos atrapados durante 1 hora en una caravana que obligaba a cerrar uno de los sentidos ya que un camión se había quedado cruzado en uno de los carriles.

Al llegar a Katmandú un taxi nos condujo hasta Thamel, la zona turística donde nos alojaríamos las dos siguientes noches. El reencuentro con el personal de la agencia High Spirits fue emocionante. Nos recibieron con un delicioso café mientras repasábamos junto al guía lo más destacado de nuestra caminata entre bromas y juegos de palabras. Shiva el propietario de la agencia era un gran anfitrión y su sonrisa reforzaba todas las relaciones que establecía. 11 años habían transcurrido hasta que finalmente pudo establecerse por su cuenta y ofrecer un tipo de viaje diferente para el viajero y turista fuera de lo corriente con itinerarios alternativos y un planificación cuidada. Durante los 11 años anteriores trabajo como utillero, cocinero, porteador, y guía perfeccionando su inglés y aprendiendo a relacionarse con los turistas. Como todo negocio en crisis mundial se resentía dependiendo de la época pero su carácter emprendedor y atención exquisita a los turistas hacía que el trabajo en red proliferara y atrajera a los turistas con tarifas asequibles. El lema de su agencia rezaba: ´High Spiritis for High adventures´.

Tras dormir plácidamente en el Manang Hotel y desayunar un exquisito buffet acompañados por Shiva, quien después del desayuno nos presentó a quien sería nuestro guía para la última jornada de visita de Katmandú y su valle sagrado dividido en 3 pequeños reinos, Bhaktapur, Katmandú y Patan. Nuestro guía, que había estudiado filología hispánica en la universidad de Katmandú y realizado prácticas de intercambio en Madrid durante un año, nos acompañó en nuestro periplo monumental. Recordaba su paso por Madrid con nostalgia y alegría, proponiéndose volver cuando pudiese.

 
Amanecimos en  Boudhanath para observar a los devotos rodeando la Stupa sagrada en un único sentido mientras tocaban las ruedas de oración y recitaban oraciones y mantras de fé. Hinduistas y budistas se acercaban a rezar y a compartir esta liturgia. Alrededor de la Stupa, una de las mayores de Nepal se congregraban numerosos puestos de artesanía en los que se elaboraban mandalas, cuencos tibetanos…El sol de aquel magnífico día se prestó a deleitarnos y a embellecer las figuras, los ángulos, las sombras, los gestos, los movimientos de todos-as los que nos congregábamos allí. Un espíritu de amistad y amor rodeaba espiritualmente al centro ceremonial.



 







  
Después se sucedieron las interesantes visitas a otros centros religiosos hinduistas como el conjunto de templos y los ghats exteriores del crematorio de Pashupatinath con sus sadhus eternos, los centenarios palacios de Bakhtapur, los preciosos templos en forma de pagoda y las calles de artesanía de Patan y Durbar Square y el centro ceremonial que descansaba en un colina llamado Swayambhunath con su propia Stupa. El calor abrasador nos animó a volver al hotel tras una larga jornada de visitas monumentales. Aquella noche Shiva y su equipo nos premiaron con una cena de despedida en un restaurante folclórico a las afueras de Katmandú en el que los bailes regionales ataviados con prendas típicas de Nepal se sucedían mientras degustábamos algunos platos tradicionales de la cocina nepalí junto con nuestras compañeras noruegas de viaje. Shiva amenizó con sus bromas la velada.














El día de partir hacia Bilbao Shiva nos preguntó si volveríamos alguna vez, a lo que respondimos que en algún momento de nuestras vidas nos gustaría, quizá llevando a nuestros hijos con nosotros, para realizar la ruta de Langtang- Gosainkunda-Dunche.