12/03/2011 Drive to Nayapul (24km) and trek Tikhedunga – hile (1570) ¾ hours 9.6 km


             Amanecimos tempranísimo para observar la salida del sol desde la azotea del hotel antes de desayunar. El frescor del alba se dejaba sentir en la cara, mientras divisábamos el hermoso sol anaranjado que salía sin dar tiempo a preparar el encuadre fotográfico, un sol de fuego que iba iluminando los picos que rodeaban al valle de Pokhara. Tras un desayuno apetitoso (cuando viajamos las comidas siempre son recibidas como momentos especiales y deleitosos en los que degustar cualquier café con leche o unas tostadas de mermelada confitada supone saciar nuestro hambre y paladar). Aquella mañana conocimos a las chicas noruegas que compartirían nuestra expedición, y a decir por su forma de saludar, supimos que estábamos en la antesala de una relación no muy cercana que se dijera, más bien fría y algo interesada por su parte. De todas formas, procuramos relativizar la situación concluyendo que la temprana hora a la que nos levantamos no era la más propicia para despertar el humor o la cordialidad. 

 
         Nos metimos en una furgoneta los 8 integrantes, dos porteadores, 2 guías y 4 turistas. Después de un sinuoso viaje hasta alcanzar la altura deseada para iniciar el trekking más largo de lo esperado (las distancias son relativas, ya que tardamos 2 horas en alcanzar Nayapul, por lo que creemos que aquella mañana recorrimos más de 50 km). A mitad de camino paramos a fotografiar los primeros paisajes y las cumbres nevadas del cordal del Annapurna que no nos abandonarían en lo que restaba de trekking).

  
Al llegar a Tikhedunga, nos aprovisionamos bien en nuestra mochila reducida, mientras los porteadores ajustaban las cuerdas para compactar las mochilas grandes que en total,  las nuestras pesarían 23 kilos como máximo. Nuestro guía días después nos indicó que algunos porteadores debían cargar hasta 50 kilos sobre sus espaldas mientras cargaban y hacían fuerza con su cabeza hacia delante como si fuera un yugo. Como diría un turista español, la situación de los porteadores es de cómo sacada de contexto, inimaginable. Iniciamos nuestra andadura desde el hotel Dupak mientras seguíamos un camino de piedras y polvo recién ensanchado para según nuestro guía comenzar la construcción de una carretera de montaña que seguiría por ese corredor.



  
A medida que avanzábamos, se sucedían terrazas de cultivos de arroz, maíz, patatas, espinacas…El camino atravesaba ríos a través de cantos rodados, mientras iniciamos el escalonado camino construido con losas de piedra que se iban sucediendo en ascensos o descensos prolongados. Este primer día conocimos los nombres de nuestros acompañantes y ellos los nuestros invitando así a la conversación y al conocimiento recíproco. Almorzamos tras 3 horas de camino unos noodles (fideos) con vegetales a la sombra, ya que el sol de justicia acechaba al mediodía iluminando aquel hermoso paraje. En algunos poblados los agricultores azuzaban a sus animales de tiro, ,todavía a aquella altura, eran vacas de menor estatura.
        


 
          Algo menos de una hora después alcanzábamos Hile un pueblito desperdigado en ladera. Nos alojamos en un alojamiento regentado por mujeres que se habían establecido por su cuenta para ofrecer un servicio hostelero de montaña. Su trato como el del resto de las personas que atendían en las “guest houses” fue exquisito y agradable, con disponibilidad en cualquier momento. Desde aquel día nos aficionamos a los posters que colgaban de las habitaciones en los que se apreciaba un hermoso paisaje acompañado de un mensaje en forma de aforismo, en algunos casos procedentes de la filosofía budista y en otros una interpretación metafórica de lo que suscitaba el paisaje fotografiado. El de aquel día fue ´the purity of the snow hides all the deep dark secrets of the mind´.