17/03/2011 Trek to Machhapuchhre Base Camp (3720m) 2hours / trek to Annapurna Base Camp (4120m) 2 hours.

 Nos pusimos en camino pasadas las 7 am para afrontar el ascenso definitivo y así evitar cualquier contratiempo climatológico que no pudiéramos contrarrestar, ya que cuando las condiciones se ponen adversas en la montaña, la paciencia y la resistencia funcionan a modo de reserva. Bien capitaneados por nuestros guías, las 8 personas que componíamos aquella expedición (nosotros 2, las 2 noruegas, los 2 guías y los 2 porteadores) caminábamos mientras intercambiábamos información acerca de la aproximación del Campamento Base del monte Annapurna.

Debee, uno de los guías, nos comentaba con nostalgia que echaba de menos su paso por Europa después de vivir una relación sentimental con una inglesa que le invitó a convivir con ella en Londres. Sorteando algunas de mis preguntas finalizó que en Nepal no había futuro para él y que una vez conoció Europa no pasaba un día sin quitarse de su cabeza la idea de marchar en busca de un puesto de trabajo al viejo continente.
 

 
 
Sin paso acelerado evadíamos el recorrido del agua por algunos puntos del trayecto fruto del deshielo de los glaciares de montaña, y también algunos desprendimientos de rocas pesadas y voluminosas. Para nuestro deleite asistíamos absortos a aquellos paredones de hielo que atravesábamos. Los guías al ver el buen tiempo que hacía y el buen ánimo que proyectábamos se relajaron caminando detrás de nosotros. La buena química con las chicas noruegas continuaba fluyendo, manteniendo conversaciones de interés y con interés. Todos y todas nos sentíamos mucho mejor mientras ascendíamos por aquel cañón abrupto. Yo continuaba resintiéndome del mismo dolor que estaba sufriendo días anteriores en la ingle derecha. Procuré desestimar diagnósticos y continúe como si nada. Además de las mentes los cuerpos también necesitan su tiempo de aclimatación. 








 
Y así las cosas llegamos al primer campamento base, al pie del coloso Machhapuchhre. Dimos cuenta de un agradable té y unas apetitosas barritas energéticas mientras nos mirábamos con la certeza de que el reto estaba cerca. En fila de a 1 avanzábamos por las blancas laderas de las inmediaciones hasta el campamento base. Fueron 3.4 km emocionantísimos, que recreamos con fotos llenas de ilusión y orgullo por completar el reto.



 
Sin duda alguna fue uno de los momentos más bonitos de nuestras vidas, culminar aquella expedición. No había dudas, lo habríamos logrado. Nuestro aliento desenfrenado, las sonrisas y las bromas se sucedían. Había quien tenía tiempo para recogerse y observar tras de sí el camino recorrido y el cordal de montañas. Arriba nos reencontramos con nuestro amigo surcoreano Lee. Cuando hubo la debida intimidad Marta y yo nos fundimos en un beso y un abrazo que nunca olvidaremos. Los logros denotan un mayor sentido cuando se consiguen en equipo. En nuestra habitación un nuevo cartel rezaba en la pared:” I´m sure that it is one of the best days in our lifes”.






  
No se hicieron esperar los sweets (dulces) dispensados por los simpáticos surcoreanos a toda la tripulación que allí se encontraba después del almuerzo. Como no, la estufa de keroseno hizo acto de presencia al caer el sol, mientras uno de los guías nos cantaba canciones de época y otras modernas en nepalí. Los dos guías se pusieron a cantar al unísono mientras sorbían algún tipo de orujo. El buen ambiente reinaba por doquier. Fue curioso ver a un grupo de Chinos llegar bien tarde, con bastantes exigencias por cierto. Suponemos que aún faltará algún tiempo para que se integren en la denostada alianza de las civilizaciones, ya que aún no dominaban el inglés y quizá también ciertas formas de estar en público que los europeos o norteamericanos han ido interiorizando a base de viajar y viajar. Los surcoreanos daban lecciones de buen karma y sintonía con cualquiera que estuviese cerca de ellos. Recuerdo una conversación animada sobre Leo Messi y sus fabulosas estadísticas. Estaban interesados en saber cuánto costaba una entrada en el Nou Camp para ver a la estrella argentina. Enamorados de este deporte, estaban al día desde su país de los resultados de fútbol de la liga española. Porteadores y guías se relajaban jugando juntos a cartas, escena que no volvimos a ver en todo el trekking. Recuerdo que mantuvimos una conversación deliciosa con el alemán de Hannover sobre las opciones que tomamos en la vida, la vocación profesional, el índice de desarrollo humano, la crisis alimentaria, la solidaridad…Era genial conversar tanto tiempo con alguien tan joven y de tan luminoso espíritu.

El frío acechaba. Nos pusieron sobre aviso sobre las bajas temperaturas en el campamento base, que podían ser de -12 grados. Así que ya en la cama nos dispusimos una gruesa manta encima de los sacos y ataviados con la ropa del día siguiente recibimos el sueño alentador del regreso.